Como xa vos teño comentado algunha volta, na época en que traballaba no suplemento cultural do ABC concedíanme polo xeral bastante manga ancha, anque de cando en cando me botaban o lazo, e rexeitaban publicar algunha das cousas que lles fixera. Un dos 'textos censurados' foi esta reseña do libro de José Carlos Bermejo Barrera 'Os señores da mentira', xa que fustigaba en demasía, ao gusto dos editores, esa monstruosidade malchamada a Cidade da Cultura, e que como a Xunta poñía os cartos, había que edulcorar dende as páxinas impresas afíns.
LA VOZ DE LA VERDAD
DESCARNADA Y
PRECISA DENUNCIA DE LOS ERRORES E INCOMPETENCIAS EN LA POLÍTICA Y CULTURA RECIENTES
Os señores da mentira
José Carlos Bermejo
Barreda
Edicións Lóstrego,
2012
175 páxinas, 16.95
euros
En su despacho de la facultad de Historia, el profesor Bermejo cuenta con una
placa en la que aparece la rúbrica “Rúa José Carlos Bermejo Barrera” y debajo
‘cráneo privilegiado’. Más allá de humorismos, lo cierto es que la tal placa
honra con precisión al que sin duda es una de las mentes más cultas, lúcidas,
multidisciplinares y críticas de la universidad gallega. Un ejemplo de estas
virtudes nos lo proporcionan los ensayos críticos que ha juntado en este volumen
titulado “Os señores da mentira”, y que siguiendo la búsqueda socrática, quiere
traer algo de luz alrededor a las sombras de noche y niebla de las diferentes y
nefastas intervenciones del poder público en lo que toca a las universidades, la
memoria histórica, la intelectualidad y la cultura gallega y las políticas
culturales de la Xunta de Galicia.
El volumen se compone de 7 apartados, cada uno una reflexión autónoma sobre
un tema específico, al que sigue un apéndice con artículos de prensa donde se tratan
parecidos temas aunque desde una perspectiva más sintética y específica. Así, en
el primero (“Mentiras adecuadas”)
Bermejo toca un tema habitual en sus aulas como es la teoría del ‘fin de la
historia’ que a comienzos de los años 90 proclamara orgulloso Francis Fukuyama
ante el asentimiento general. Vista con la perspectiva de los años, la tal
teoría aparece claramente como un remedo pobre de hegelianismo mal entendido, y
más que proceder a su demolición, siendo una ruina que cae por si misma, el
profesor Bermejo ilustra más bien las causas por las que una formulación
intelectual tan hueca pudo tener la propaganda y publicidad que tuvo en su día,
aunque hoy esté medio olvidada.
Los siguientes apartados tocan temas específicos y también conectados con
la historiografía como son la historia de las mujeres y la memoria histórica. Para él la historia femenina debe romper con
viejos modelos de historia positivista; tampoco concuerda con cierta crítica
‘queer’ que rechaza cualquier tipo de ‘condición femenina’ que no sea una mera
construcción social y cultural de dominación. En ‘A imposible memoria cívica’ pone de manifiesto la hipocresía y falsedad
de los debates sobre memoria histórica española y franquismo, un espectro del
que resulta imposible liberarse dado el desequilibrio de reconocimiento moral y
legal entre los vencedores y los derrotados, sometidos a la doble derrota de la
desmemoria, la vergüenza y el olvido; una situación que las tibias medidas del
anterior gobierno socialista non fueron suficientes para solucionar de modo
satisfactorio.
Las siguientes reflexiones presentan
una temática más común e uniforme, que gira sobre el descrédito de la política y
sobre las incompetencias, complejos y ‘demonios familiares’ de la cultura gallega
y de las políticas culturales de las últimas décadas. Fustiga Bermejo sin piedad
la idiocia autocomplaciente e incluso corrupta, despilfarradora de las arcas
públicas, que con la excusa de la promoción turística y la conversión de la
‘cultura’ en ingresos, sólo ha conseguido destruir recursos escasos, desaprovechar
las oportunidades de crear un país próspero y dinámico con trabajo para los suyos
y desenvolver un sistema productivo moderno. Una política desastrosa que
encarna y cristaliza ese monumento fallido y colosal, tan grande y costoso como
el despropósito de las políticas ‘culturales’ a las que representa, y que es la
Cidade da Cultura, y cuya mejor culminación sería la de emular otro
mastodóntico símbolo arquitectónico de la posmodernidad: el proyecto
Pruitt-Ingoe, que acabó demolido por las cargas de dinamita.
La última reflexión (“A consagración da mentira”) habla del conocimiento, y
forma un tridente que ataca los discursos simplones sobre el fin de este y su
alcance sencillo y universal como fachada para una sociedad holgazana enemiga de
los libros y por lo tanto, tanto más manejable por políticos y mass media; también ataca los defectos
graves de la universidad española, y su sumisión a las reformas de Bologna, al
burocratismo y a la descarada mercantilización como primer paso para su
liquidación a manos del mercado.
El libro del profesor Bermejo resulta una lectura imprescindible para
indignar más, si cabe, a una ciudadanía que también es responsable de los
atropellos que se denuncian por acción u omisión. Y dará también montañas de
argumentos desde los que intentar transmutar la indignación en cambio.
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